«La música es la más alta expresión del arte. También es la más noble. Es emoción humana capturada, cristalizada, guardada… y a continuación transmitida a los demás.”
Ken Ishiwata
Esta frase de quien fuera el responsable del diseño y mejora de componentes de Marantz durante 40 años resume muy bien la filosofía de la marca, con la que miles de audiófilos nos identificamos plenamente. Pocas marcas son capaces de emocionar tanto con su modo de hacer las cosas y cuando esto ocurre suele ser porque detrás hay un líder totalmente entregado que contagia su pasión a los demás; este es sin duda el caso del creador de la ahora icónica marca Marantz: Saul Bernard Marantz.
Nacido en Brooklyn en 1911, Saul tenía mucho interés en la electrónica y era un gran aficionado al audio. Él contaba con un oído privilegiado (lo que entre otras cosas le permitió aprender a tocar instrumentos como la guitarra y el cello en tiempo récord) y estaba obsesionado con encontrar la reproducción fiel del sonido que no hallaba en los amplificadores de su época.
Estamos hablando de los años 40’s y 50’s y uno de los principales problemas en ese momento era que dependiendo del sello discográfico del que se tratara los discos tenían características de ecualización distintas (lo que se conoce como curvas “EQ” dispares), por lo que los amantes de la música, y principalmente de los vinilos, no podían disfrutar por igual de toda su colección de discos y esto resultaba muy frustrante, especialmente para Saúl.
Por suerte Marantz era un autodidacta y, gracias a esto, a su perseverancia y a su sensibilidad auditiva, en 1952 fabricó en su garaje un pre-amplificador para uso propio que incorporaba ecualización. Había nacido el “Audio Consolette”.
Lo más interesante del Audio Consolette es que era compatible con 36 curvas de ecualización para LP (discos de duración larga) y SP (discos de duración estándar), lo que resolvía el problema de dichas curvas de ecualización y con ello lograba lo que hasta el momento marcas muy renombradas en Alta Fidelidad, como Fisher o incluso McIntosh, no habían podido obtener: mejorar la calidad de reproducción de los discos de vinilo, independientemente de como estuvieran grabados.
Con este equipo Marantz había conseguido que la reproducción de vinilos fuera mucho más fiel a la grabación original. Su invento sorprendió a su esposa y a amigos de su círculo cercano, quienes le comenzaron a hacer pedidos y le animaron a ponerlo a la venta. De este modo, el matrimonio se propuso vender 100 unidades, pero sorprendentemente al cabo de un año se vendieron 400 Audio Consolette. Con este éxito, en 1953 formalmente se crea la empresa Marantz, en el condado de Queens.
Pocas marcas conectan como lo ha hecho Marantz y cuando esto ocurre suele ser por la persona que hay tras la marca, capaz de contagiar su pasión a los demás.
Hifilia
Un año después, en 1954, el que más adelante sería el legendario ingeniero de Marantz, Sidney Smith, se incorpora a la empresa y crea el mítico “Model 1”, que fue el primer preamplificador que incluyó la nueva curva de ecualización estándar RIAA (Recording Industry Association of America). Desde el punto de vista sonoro, este previo monofónico es considerado por muchos como un artículo insuperable.
De esta forma y siempre fiel a su estilo, pero sobre todo a su espíritu, la marca Marantz se consolidó y continuó trayendo al mundo equipos de altísima calidad, como la etapa de potencia Model 2 en cuyo diseño colaboró el cantante de ópera Sydney Stockton, el Model 4 que innovaba con un rectificador de selenio, o el legendario preamplificador estéreo con seis válvulas: el Model 7. Este último con un diseño del panel frontal muy cuidado y con grafismo elegante, en el que Saúl virtió sus conocimientos de artes gráficas.
Esta elegancia en el diseño se mantuvo en modelos posteriores que a día de hoy son un bien muy buscado por aficionados y coleccionistas.
Pero no todo fue siempre miel sobre hojuelas, la obsesión de Saul Marantz por ofrecer a toda costa el mejor equipo chocó frontalmente con la realidad cuando sacó al mercado el Modelo 10B. Este modelo tenía un precio contenido para el consumidor, pero el costo de fabricación era excesivo, dado su inconformismo y obsesión por la excelencia. Así que a pesar de haber tenido mucho éxito con su venta, la empresa tuvo enormes dificultades financieras.
Finalmente sólo pudo sobrevivir siendo adquirida por Superscope. Un par de años después Samuel Marantz renunció a su propia empresa. En los años 80 Superscope vendió la marca a Philips para los mercados de Europa y Asia y en el 2001 terminó de vender la parte norteamericana, que aún conservaba, a Marantz Japón.
A pesar de estas idas y venidas, la compañía continuó con un legado más que excepcional, fiel al espíritu de Saúl Marantz, diseñando productos muy atractivos y sobre todo, de altísima calidad. Parece como si aún en la actualidad cada producto que sale al mercado tuviera un poquito del alma de este grandísimo genio.
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