En alta fidelidad es frecuente encontrarse con la encrucijada de tener que elegir entre un amplificador cálido y con mucho cuerpo o bien que sea extremo en cuanto al micro-detalle. Pero en algunas ocasiones nos sorprendemos con modelos que cumplen a la perfección todas estas virtudes conjuntadas.

El Linn LK2 (en este caso de 75 W por canal a 8 ohmios) es un perfecto ejemplo de ello.

Con una construcción en doble mono y una excelente fuente de alimentación, fuertemente aislada para evitar la más mínima interferencia en un chasis tan compacto, esta pequeña gran etapa de potencia ha demostrado en una larga audición muy pocos puntos flacos.

El Linn LK2 tiene todo lo que un audiófilo puede desear de inmediato: para empezar nos sorprende su sonido lleno, holístico, «con chicha»

Hifilia

En esta revisión se conjuntó con el preamplificador Rotel RC 970BX, altamente laureado y conocido por su neutralidad y con dos parejas de altavoces distintas (alternativamente), por un lado unos Pulsar M16, muy abiertas; y por otro lado, unas ya poco conocidas Martín Lab 38 fantásticamente detalladas (un día escribiremos un post sobre está genial marca, para muchos y para nosotros, de culto).

Siempre intentamos hacer las pruebas con dos parejas de altavoces distintos para aislar con mayor precisión las virtudes o defectos de las electrónicas.

Para empezar, hemos de comentar de este Linn es una verdadera obra de ingeniería electrónica; basta ver la disposición (en doble mono) de componentes sin interferencia entre ellos (ver foto); incluso sorprende que sus aletas radiadoras no lleguen a calentarse prácticamente nada, incluso tras una escucha prolongada.

LinnLK2componentes
Linn LK2

El Linn LK2 tiene todo lo que un audiófilo puede desear de inmediato: para empezar nos sorprende su sonido lleno, holístico, «con chicha»; en todo momento tenemos la sensación de que no nos estamos perdiendo nada del «cuerpo» de los instrumentos o voces.

A su vez es extremadamente cálido; desde un principio sabemos que no nos va a proporcionar fatiga auditiva, pese a que alarguemos la sesión de escucha durante horas.

Su manejo de frecuencias graves nos ha parecido ágil y muy confortable: articulados, dinámicos con pegada y casi siempre bien perfilados.

Las voces son reproducidas con una textura y realismo exquisitos, es un golpe en la mesa para demostrar que el detalle no solo aparece en las frecuencias agudas. 

Las guitarras eléctricas se disfrutan sobremanera, son llenas y a la vez nos rascan el alma al nivel de las válvulas («Midnight Blues»-Snowy White).

Las frecuencias agudas son muy rellenas, los platillos de Joe Farnsworth (a quien tuve la suerte de ver  en un concierto a dos metros y conocer personalmente) suenan muy parecidos al directo, estupendamente perfilados, llenos y sin estridencias.

Pienso que cuesta mucho encontrar una etapa de potencia de este precio con la que desees volver a escuchar de nuevo toda tu colección de discos, pero a nosotros nos ha pasado. No solo el realismo timbrico de las voces e instrumentos de primer nivel impresiona («Hippies on a corner»-Joe Sample), sino que la presencia de los instrumentos de segundo nivel también es fabulosa («One»-U2).

La captación de la escena sonora es más que suficiente, incluso muy por encima de productos de mayor coste. Natural y realista. Si tus altavoces no son «cerrados» vas a disfrutar y mucho de la atmósfera sonora («Bolero de Ravel»-cualquier buena grabación).

Adentrándonos en las cuestiones metafísicas del High-End, se trata de un producto con bastante «musicalidad«, que transmite las emociones que se han deseado en cada pieza («Don’t leave me now»- Supertramp). 

Este auténtico todoterreno (no nos ha parecido débil en ningun género musical) hará que se te salten las lágrimas, si la música es emotiva o que muevas tus pies, si la música es rítmica. A mencionar también su correcto timing.

Llegados a este punto nos surgirá la duda de si no tiene ningún defecto esta estupenda etapa. Pues es posible, pero a este nivel de precios…ni por asomo.

La respuesta se halla, entre otras causas, a que se sitúa en un momento de fabricación en el que Linn escuchaba sus productos hasta la saciedad antes de lanzarlos al mercado ¿Normal, verdad?


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